A René Descartes (1596-1650) no le gustaba nada que lo molestaran durante las épocas en las que estaba inmerso en algún asunto que consideraba importante, lo que le hacía parecer bastante uraño a ojos de la mayoría.
Este aspecto de su personalidad resulta evidente al leer su Discurso del método donde incluyó las estrictas directrices que se impuso para avanzar en su investigación:
- Delimitar el campo de la duda que sólo afecta a la esfera de lo teórico.
- Redactar unas reglas que regulen el uso y ejercicio de la razón.
- Formular unas normas improvisadas que ordenen el obrar moral.
- Mantener al margen de la duda cualquier cuestión relativa a la religión y a la política.
- Evitar pronunciarse sobre las nuevas teorías científicas de Galileo.
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